martes, 8 de marzo de 2011

La corrupción rampante! (IV Parte) Reflexiones sobre la protesta del 4 de marzo (Una locura twittera)

Cito a nuestro libertador para ubicarnos en el principio de nuestra historia:


¨La corrupción de los pueblos nace de la indulgencia de los tribunales y de la impunidad de los delitos. Sin fuerza no hay virtud; Y sin virtud perece la república¨....

 "la impunidad de los delitos hace que éstos se cometan con más frecuencia, y al fin llega el caso de que el castigo no basta para reprimirlos". 

 "la clemencia con el malvado es un castigo del bueno; y si es una virtud la indulgencia, lo es, ciertamente, cuando es ejercida por un particular, pero no por un Gobierno, porque los malvados no tienen honor ni gratitud y no saben agradecer, sino temer". 

 "contra los canallas pueden emplearse las armas que usan ellos mismos".


Es alentador ver que se trata de tramitar a través del congreso una ley anti-corrupción que tiene más alcances que cualquiera de las anteriores, pero es importante descubrir cual es la razón principal de nuestra corrupción rampante.

El concepto de corrupción siempre tendrá un mayor alcance que las definiciones jurídicas y no se puede analizar sólo semánticamente.  Esta sencilla palabra está íntimamente ligada con los conceptos de ética, claridad, moral pública, honestidad, exposición, e información entre otros, más aún cuando el responsable directo es el funcionario público. 

La transparencia en la gestión pública, la participación de los ciudadanos en la toma de decisiones del gobierno, la responsabilidad de los funcionarios públicos por sus decisiones  son componentes fundamentales de un sistema democrático y complementarios del derecho a elegir a las autoridades.

La democracia debe fortalecer permanentemente los sistemas de transparencias y responsabilidades, principalmente en el sector público.  Si un estado no lo garantiza, y el ciudadano no tiene acceso a una información fidedigna y adecuada, si no hay un sistema real de participación activa por parte del mismo e instituciones intermedias, concerniente al manejo y control de los fondos públicos. Si no existen normas y mecanismos que puedan exigir tanto a las autoridades políticas como técnicas una rendición total y clara de las cuentas públicas, entonces, sin remedio alguno caeremos en la telaraña de la corrupción, la soberbia y la impunidad, agravados por la falta de seguridad jurídica.


Los entes de control que tenemos en Colombia, obviamente no están haciendo el trabajo para el cual se crearon, hay figuras de expertos desde 4 hasta 9 billones de pérdidas por corrupción, algo así como 3 a 6% del presupuesto de la nación. 


Cuantificar la verdadera pérdida que se presenta es incalculable, pues el corrupto pudre el proceso del programa al cual se la sangró un 10, 12, 15, 20 o 30%, estableciendo la tónica para que el efecto social de un programa llegue disminuido por prácticas corruptas adicionales y falta de cobertura al ser diezmado. Lo que llega a la población son programas anémicos y cuyo efecto positivo se ve diluido casi en su totalidad, por la necesidad de cumplir y tapar el dolo con que se inició.


Podríamos hablar y analizar en un círculo vicioso, de todas formas llegaríamos a la misma conclusión. Nuestra cultura es facilista y de pocos niveles éticos en cuanto se trata de manejar recursos estatales, la mayoría pensamos que no pertenecen a nadie y que por la tanto abusar de ellos no perjudica a nadie. Nada más equivocado, debemos desarrollar una cultura ciudadana, donde se entienda que cada violación ética y moral a las normas de conducta social, atacan directamente el corazón de la sociedad en perjuicio de los más pobres y de todos los demás.


La participación ciudadana es necesaria, debemos reformar las contralorías para que haya cabida para veedurías ciudadanas en cada proceso, cada gobernante debe responder a su pueblo directamente, pero no en cada elección sino en cada acto, el cual debe ser tamizado por ciudadanos independientes.


Los colombianos de una manera u otra hemos caminado la delgada de línea de la legalidad, a veces cruzándola porque pensamos que si no se hace, se pierde tiempo y dinero. Es hora de redirigir nuestro norte y recordar que la corrupción es un acto egoísta que perjudica a muchos que ni siquiera conocemos.


La corrupción debe ser perseguida como decía Bolívar, con fuerza, con virtud, con republicanismo, con toda la fuerza del estado, el estado no puede ser indulgente.


Es el aparato estatal el que debe establecer la transparencia, para que ésta percole hasta el último empleado público, los líderes deben establecer normas y reglas de transparencia, pero en última instancia el individuo debe ser el responsable de su propio delito.


Mañana, Parte V El periodismo en Colombia.

1 comentario:

  1. la corrupción fue espectacular en el gobierno de Uribe. Hasta los godos se volvieron uribistas para coger su parte del botín

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